Su vida y sus años de formación
El filósofo y teólogo Bernard Lonergan, nació el 17 de diciembre de 1904 en Buckingham (Quebec), Canadá. Su padre, Gerald, era ingeniero y trabajó como topógrafo, cartografiando las provincias occidentales de Canadá. Su madre, Josephine Wood, era hija de un constructor de molinos de Buckingham. Bernard ingresó a la compañía de Jesús en 1922, luego de ir al Loyola College en Montreal. Desde aquí, empezó a desarrollar su interés por la comprensión y adquirió “respeto por la inteligencia”. Temas que luego formarían parte de sus estudios en teología y filosofía. En 1926, patrocinado por la compañía de Jesús, fue a estudiar filosofía en el Heythrop College de Oxford. A su vez, estudió el equivalente a un pregrado en lenguas y matemáticas, aprendiendo griego, latín, francés y matemáticas.

En 1933 fue enviado a la universidad Gregoriana en Roma para realizar sus estudios en teología. Allí estudio también temas de la filosofía de la cultura, así como la historia y la teoría de la economía política. Su principal interés fue el pensamiento de Santo Tomás. El 25 de julio de 1936, Lonergan fue ordenado como sacerdote en Roma, término sus estudios en teología. En 1938 presentó su tesis doctoral en teología. Luego de sus años de formación se desempeñó como profesor de teología en Montreal en la Universidad de la inmaculada Concepción, desde 1940 hasta 1946. Siguiendo sus intereses en economía, escribe una versión inicial del texto “Essay in Circulation Analysis”. Al año siguiente, en 1945, empieza a escribir la obra
central de su pensamiento: Insight. Bernard se muda al Regis Colllege en Toronto, para desempeñarse como profesor de teología, donde termina de escribir su trabajo principal. Finalmente, Lonergan regresa a Roma como profesor de teología en la Universidad Gregoriana donde trabaja desde 1953 hasta 1965. Después de 1954, daba regularmente unas conferencias en Norte América, en las que destacan las lecciones sobre filosofía de la educación. En 1965, Lonergan regresa a Canadá para ser operado de un cáncer de Pulmón, permanece en Toronto como profesor en el Regis College hasta 1975, donde produce el trabajo Método de teología, el cual estaba prometido desde la finalización de Insight. Ya en 1975, Bernard se muda a la universidad de Boston como profesor invitado y distinguido de teología, donde trabaja hasta 1983. En este periodo su trabajo se centró en economía, donde destaca el curso titulado ‘Macroeconomía y la dialéctica de la historia’. En 1983, Lonergan se enferma y por ello se muda a la enfermería Jesuita en Pickering (Ontario), donde muere en
noviembre 26 de 1984.

 

La contribución de Lonergan a la cultura
Sus estudios en filosofía y en teología no permiten clasificarlo como filosofo o teólogo, por ello algunos prefieren la denominación de metodólogo. Pero él insistió en que esa denominación no debía dar a entender que el daba “recetas para el intelecto”, porque no hay un conjunto de pasos que conduzcan infaliblemente a descubrimientos asombrosos. Un método se entiende mejor de la siguiente forma: “Un método es un patrón normativo de operaciones recurrentes y relacionadas que producen resultados acumulativos y progresivos. Hay un método, pues, donde hay operaciones distintas, donde cada operación está relacionada con las demás, donde el conjunto de relaciones forma un patrón, donde el patrón se describe como la manera correcta de hacer el trabajo, en el que las operaciones de acuerdo con el patrón pueden repetidas indefinidamente, y donde los frutos de tal repetición no son repetitivos, sino acumulativos y progresivos" (Lonergan, Method in Theology, 4) El método en el sentido de Lonergan no es una receta, porque las recetas no requieren inteligencia. Emplear la receta es saber de antemano el resultado de la aplicación, en cambio, emplear un método es buscar conocimiento genuino, de algo que no sabemos, hasta tener un procedimiento exitoso. Ahora bien, los cambios políticos, económicos, tecnológicos e intelectuales del siglo xx, hacen que los dictados de la inteligencia y la razonabilidad sean irrelevantes para la vida practica y concreta. En la raíz de esta crisis está el conocimiento de nosotros mismos. Creíamos comprendernos términos de ciertos significados y valores, pero los cambios del siglo xx, han mostrado que esos valores son inadecuados. Necesitamos nuevos valores que reemplacen los antiguos, pero estos aún no han surgido para hacer el cambio. Por ello, de acuerdo a Lonergan, la demanda de nuestro tiempo es responder de forma adecuada y actualizada la pregunta: qué es el hombre. La propuesta de Lonergan consiste en revivir la búsqueda del autoconocimiento, que él denomina autoapropiación: dejar de ver los objetos de investigación como separados del sujeto, para ver una integración de ambos con énfasis en las “operaciones interiores” del sujeto. Por ello su investigación se centra en la forma en que el sujeto conoce, en la metodología. Los problemas que plantea el siglo xx se producen con respecto al conocimiento, a la objetividad, a la realidad, a la verdad, a lo bueno. Es decir, que conciernen sobre los elementos básicos de la cultura, dado que con estos criterios se tienen fundamentos para la creación de las categorías de significado y valor que guían y alimentan la vida humana. La autoapropiación se traduce en un estudio de metodologías, de métodos. Si uno va a alzarse al nivel intelectual de su tiempo, debe involucrarse en las labores intelectuales exitosas y destacadas de su época.

El resultado de esta tarea nos permite ver algo común en los métodos. Diferentes niveles en la estructura dinámica de nuestra forma de conocer: experiencia, comprensión, juicio y decisión. Pasamos de la experiencia a la comprensión, por medio de la pregunta, de la experiencia al juicio por medio de preguntas críticas, pasamos del juicio a la decisión y la acción con la pregunta de si eso vale la pena. Esto nos deja cuatro preceptos: Sé atento, Sé inteligente, Sé razonable, Sé responsable. La autoapropiación consiste entonces en “la apropiación personal de la estructura de la propia experiencia, la propia indagación inteligente, la propia perspicacia, la reflexión crítica, el juicio y la decisión" (Lonergan, Insight, 48).

 

Fuentes
Morelli, M. y Morelli A. (1997) The Lonergan Reader. University of Toronto Press.